Activista francés de 52 años, Joel Buton recorre Europa a pie desde 1999 para concienciar sobre los peligros de las minas antipersona. Su largo periplo acabará en París a finales de 2011. Después quiere ir a la Casa Blanca a cantarle la caña a Obama.
Texto y fotografía: HÉCTOR MARÍN
El carro lleva pegados carteles que explican quién es el propietario (un activista francés) y cuál es su cometido (la concienciación sobre los peligros de las minas antipersona en todo el mundo). Los letreros están escritos –a mano- en castellano. De no ser por el aviso, más de uno creería estar ante un indigente que deambula sin rumbo con un macrocarro a cuestas.
Pero no. Joel Buton, que así se llama este peculiar activista de 52 años, nada tiene que ver con un vagabundo. Por mucho que su estilo de vida pueda llevar a pensar que uno está ante un indigente, en verdad este pequeño gran tipo vive en la calle para llamar la atención de los poderosos. “De Obama, de los bancos”, señala, con un tono entre la preocupación y la advertencia, para, a continuación, esbozar una sonrisa mayúscula.
Es soltero. Se mueve solo. Sin teléfono ni conexión a Internet. Sin mayor financiación que la que encuentra en el camino. Joel Buton salió de los Campos Elíseos de París en 1999.
Era aún el siglo XX cuando empezó su viaje a pie, y ahí sigue.
Joel, que se ganaba la vida como artista callejero y faquir en París, viaja solo por toda Europa ininterrumpidamente desde entonces. En total, lleva recorridos 45.000 kilómetros a pie por Francia, Italia, Irlanda, Gran Bretaña, Rusia, Letonia, Estonia, Bélgica, Suecia, Noruega, Alemania, Albania, Austria, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Finlandia, Eslovaquia, Serbia, Croacia, República Checa, Polonia, Ucrania, Grecia, Rumania, España…
“Lo hago para proteger a los niños de las minas”, insiste. “Los niños es lo mejor de la vida, nuestro futuro y nuestro bien más preciado”.
El encuentro con Joel Buton es en el sur de Castelldefels, en Barcelona. Nos topamos con él frente a la playa, en un punto en que el Paseo Marítimo deja paso ya al Port Ginesta. El hombre, menudo, barbudo, entabla conversación con un conductor de autobús y algunos clientes que esperan la salida de la ruta L96. No importa que no hable castellano, el activista se muestra la mar de comunicativo y risueño. Los viajeros del bus se entretienen echando un vistazo a su libro de firmas.
En cada etapa de su largo periplo (12 años ni más ni menos) recoge firmas para intentar detener, como él dice, “la barbarie sin sentido que ya se ha cobrado demasiadas víctimas en todo el mundo”. Además presenta a cada ayuntamiento por el que pasa su manifiesto contra la minas antipersona. “Aquí lo tienes, el de Castelldefels”, enseña.
Los ayuntamientos en general entienden el propósito de Joel y acceden a darle los permisos para pernoctar en sus calles. Eso sí, en Cataluña ningún alcalde le atendió personalmente, a diferencia de lo que le pasó en Europa [le recibieron Tony Blair (Inglaterra), Tarja Halonen (presidenta de Finlandia), Andreas Papandreu (Grecia), Donald Tusk (primer ministro polaco) y eurodiputados en Bruselas].
Numerosas personalidades políticas recibieron a Joel Buton en su periplo por Europa. Entre ellas, Tony Blair, ex Primer Ministro británico
Tampoco ha recibido la manta de sponsors: el viaje ha sido financiado con las limosnas de la gente.
Cuando encontramos al activista (finales de enero de 2011), su ruta hizo parada en la costa de Barcelona. Sus siguientes etapas, según su propio relato, serían en el camino hacia Valencia y Andalucía. Posteriormente cruzaría Portugal (con paradas seguras en Lisboa y Porto). De ahí iría a la parte norte de España (Bilbao, Santiago de Compostela). El viaje estaría llegando a su término, en terreno francés. “Pasaré seguro por Burdeos y Nantes”, apunta.
El final de viaje será en los Campos Elíseos de París, casi nada. Ahí se cerrará el círculo. “Será a finales de 2011”, refiere Joel, motivado por concluir este duro viaje en el mismo punto en que arrancó.
Su hermana le espera en Nantes. Una habitación le aguarda para recuperar el aliento.
¿Y qué hará después, Joel?
Cogeré un avión.
¿A dónde?
A Washington. Llevaré a [Barack] Obama todas las firmas recogidas este año. Le exigiré que firme el tratado de Ottawa, que para eso es Nobel de la Paz.
¿Qué más le dirá?
Que de la misma manera que se ha implicado en luchar contra las armas nucleares (Irán, Corea), debe acabar con las minas antipersona.
¿Cuál fue su motivación para empezar el viaje?
La muerte de Lady Di [31 de agosto de 1997]. Un accidente que no fue tal.
¿Lady Di?
Ella luchó mucho contra las minas antipersona. Y alguien la mató.
«La muerte de Lady Di no fue un accidente… alguien la mató»
Centrémonos en usted, ¿algún problema sufrido en este viaje?
Pasé 10 días en un hospital porque dos marroquíes me pegaron y me robaron en Sicilia. Salí en la tele y en los periódicos, en la sección de Sucesos. Fue uno de los peores momentos.
¿Cuál más?
Dos fachas le pegaron fuego a mi carro en Roma.
«Dos fachas le pegaron fuego a mi carro en Roma»
El hombre conversa mientras cocina un guiso en un camping gas. “En ese restaurante”, señala a un establecimiento, “me han invitado a tomar café”. “Pero la comida me la pago y me la hago yo, eh, ja, ja, ja”, añade alegre Joel, sentado en un banco.
A su lado, mientras Joel come, uno no puede evitar observar con detenimiento un objeto que destaca en el macrocarro. Entre la radio a pilas, los recortes de diario sobre su machada, mantas y otros enseres personales, destaca una cama de pinchos de faquir.
«Duermo encima de ella, de verdad, no te hago broma».
En la despedida, el hombre toma los datos del reportero. “Una chica de Napoli prometió recoger todo lo que se publique sobre mí; ella te escribirá”, dice, mientras aprieta la mano fuerte y mira a los ojos sonriente. Así es Joel Buton, un hombre del que habrá quien piense que está como una cabra, pero también quien lo vea como alguien con una causa por la que luchar.
Un Comentario
Otra persona con problemas que esconde con una falsa causa, cada día habrá mas. Lamentable.! !