Ilian tiene 36 años y procede de Burgas, una ciudad a orillas del mar Negro. En su país se dedicaba a instalar carteles y letreros. En verano de 2007 vino a pasar unos días a Barcelona, decidió quedarse y, por tanto, perdió su trabajo. Ha vivido en casas okupa, pero ya hace un tiempo que vive en la calle. Duerme en un cajero y se lamenta de que otros indigentes le roben por la noche. Ilian tiene una hija de cuatro años y medio, pero no tiene dinero. Quiere regresar a su país para llevar a cabo unos planes que tiene en mente.
Texto y fotografía: ALEC FORSSMANN
¿Eres rumano?
¡No! Soy búlgaro. Cuando voy a arreglar mis papeles me confunden con un rumano y eso me jode mucho.
¿Qué haces en Barcelona?
Vine en agosto de 2007 a pasar quince días. Me quedé en una casa que tenía una palmera y una piscina. No usé el billete de vuelta, preferí quedarme. Dejé mi trabajo y esto y lo otro.
¿Y tu familia?
¿Sabes qué pasó? Después de un tiempo conocí a una chica aquí y ahora tengo una hija de cuatro años y medio. La madre es catalana.
Una historia bonita.
Ya no estamos juntos. Tengo dificultades con sus padres. El padre tiene 80 años y es independentista catalán, pero para mí es un facha. No me quiere porque soy búlgaro y porque no tengo trabajo.
«Conocí a una chica catalana y tuve una hija con ella, pero ya no estamos juntos. Tengo dificultades con sus padres»
¿No encontraste un trabajo?
Desde 2007 hasta 2011 trabajé sin parar en la construcción. Hablaban de la crisis y yo lo veía todo desde lejos, pero cuando me tocó vi lo que es. En 2011 viví un año y pico en casas okupa junto con mi mujer y mi hija. El edificio tenía una escalera de caracol, cocina, aire acondicionado… Vivíamos bien, pero lo desalojaron y lo derribaron. Algo pasó después y por eso este es el segundo año que estoy en la calle.
¿Dónde duermes?
En un cajero. La directora del banco me conoce. Es muy buena persona, a veces me trae un cruasán con café o me da dos o tres euros o unos cuantos cigarros. Me despierto bien, aunque siempre hay alguien golpeando las llaves contra el cristal para echarme. Estoy viviendo en la calle y no puedo mantenerme higiénico, pero siempre llevo un desodorante.
«Estoy viviendo en la calle y no puedo mantenerme higiénico, pero siempre llevo un desodorante»
¿No vas a los albergues?
Fui una vez pero me hicieron esperar hasta las once y media. No sabía cuándo podría cenar y cuándo me podría duchar, así que cogí mis cosas y me fui. Cuando me siento frente a frente con las asistentas sociales parece que estamos en pie de guerra. No puedo hablar con ellas por el poco orgullo que me queda.
¿Por qué?
Los negros y los sudamericanos cobran el PIRMI [la renta mínima de inserción], es decir, 460 euros al mes sin trabajar nada. ¡Y yo que soy de la Unión Europea no puedo cobrar nada! Los negros y los sudamericanos compran coca o heroína con ese dinero y la venden. Se juntan diez personas, cada uno paga 30 euros al mes y acaban viviendo 20 personas en un piso. Por eso está en crisis este país.
¿Qué supone vivir en la calle?
No tener una casa. Si la tienes puedes tumbarte al mediodía para que el cuerpo descanse o mirar un poco la tele.
«Lo más duro es no tener una casa en la que puedes tumbarte al mediodía para que el cuerpo descanse»
¿Te relacionas con otros indigentes?
No, y hay que ir con mucho cuidado porque hay gente que roba. Me he despertado muchas veces con los bolsillos cortados. Ayer me pilló una gran lluvia saliendo del metro de Lesseps. Estaba durmiendo en el cajero todo mojado porque no tenía ropa seca. Pues me han robado tres o cuatro euros… He dormido con cartones y estoy algo constipado… Hoy no me encuentro bien.
¿Y durante el día te dedicas a pedir?
Con siete u ocho euros tengo para todo un día, puedo comprar pan, paté, alguna cerveza… Pero ayer me robaron y ya no tengo ni un duro y tengo que ir con la vergüenza a pedir algo. Cuando estás en la calle bebes para pensar que todo no tiene tanta importancia, pero cuando te tumbas y piensas te salen las lágrimas solas.
«Cuando estás en la calle bebes para pensar que todo no tiene tanta importancia»
¿Vas a superar esta situación?
Sí, tengo planes, pero no los voy a poder llevar a cabo antes de junio. Vuelvo a mi país porque mi madre murió y dejó cosas que son mías y sin mí no pueden hacer nada mi padre y mi hermano. Además, un amigo ha llamado a mi padre preguntando por mí. Me han dicho que me pueden coger en un trabajo para aislar paredes de edificios.
«Voy a superar esta situación. Tengo planes, pero no los voy a poder llevar a cabo antes de junio»
¿Y tu mujer y tu hija?
Ya no estoy bien con mi mujer porque no puedo ayudar en nada y eso me jode. Me acompleja no tener dinero para dar; ella tiene más que yo. Dos veces por semana veo a mi hija y me quiere muchísimo.