Francisco Javier, de unos 50 años de edad, toma asiento en una plazoleta del barrio del Raval, en Barcelona. Apenas puede caminar, tiene las dos piernas vendadas y utiliza un andador. Ha sido alcohólico, pero ahora sólo bebe una cerveza de vez en cuando. Durante la entrevista mata la sed comiendo mandarinas porque confiesa que es alérgico al agua. Dice que su mujer es china y que le hace vibrar en la cama. «Cuando cobre la paga doble iré a verla. Me quedaré sin un duro, pero bueno…», admite. Es su estilo de vida y no lo va a cambiar.
Texto y fotografía: ALEC FORSSMANN
¿Por qué llevas esa pulsera?
Porque he salido de urgencias.
¿Qué te ha pasado?
Mira, yo el viernes… Resulta que cobro 105 euros. ¿Me das esa bolsa si us plau? [señala una riñonera que cuelga de un andador para discapacitados].
¿Recibes una pensión?
Hace un año que empecé a cobrarla. Este mes la voy a cobrar y voy a ir a ver a mi hijo.
¿Dónde vive?
En Sabadell.
¿Qué edad tiene?
Veinticinco años, caballero.
¿Hace mucho que no le ves?
Veinticinco años.
¿Por qué ingresaste en urgencias?
Estaba en urgencias y resulta que veo un camión de la empresa de lavandería en la que trabajaba. Estuve hablando con el chico y me dijo que yo había pegado a mi mujer… De mi mujer no quiero saber nada, quiero ver a mi hijo, él es de aquí [se golpea varias veces el pecho].
No he bebido nada de agua, tengo la boca seca.
¿Qué pasó con tu mujer?
Ahora tengo otra mujer… Hace un mes que no veo a mi china.
¿Es china?
Mira, las chinas son cariñosas, nene. Me ponen en pelotas en una cama grandiosa, de matrimonio. Me ponen una toalla y me mandan a la ducha; me echo jabón, me despejo. Me siento en la cama, me fumo un cigarrico y tete… ¡Qué maravilla!
«Las chinas son cariñosas, nene. Me ponen en pelotas en una cama de matrimonio… Me fumo un cigarrico y tete… ¡Qué maravilla!»
¿Te dan masajes?
Empieza así, en la pierna [se acaricia la rodilla con el dedo índice], da masajes suaves, empieza a subir, me abre… Me echa un líquido y me empieza a… [una mosca revolotea e interrumpe la conversación].
¿La entiendes cuando te habla?
Por eso ahora quiero aprender chino… Todas las chinas no son iguales, tete.
¿Cómo se llama?
Eva.
Muy chino no es el nombre, ¿no?
Es que lleva muchos años aquí y ¿sabes lo que pasa? Joder con la mosca… La puta mosca… [la mosca sigue molestando].
Ja ja…
¡Ah! Gracias por poner la rejilla allí arriba; habéis puesto una rejilla…
Yo seguro que no… ¿Qué te ha pasado en las piernas?
Pues mira, ésta está operada… Mira, mira, mira, mira qué chinita más rica [pasa una china por la calle]. A esa me la… ahora mismo. ¡Eh! Te lo juro, que llevo un año sin follar… Bueno, tres meses. Pero ahora, cuando cobre la paga doble…
¿Quieres algo más? ¿Te dejo mi número?
No, sólo quería saber qué te ha pasado en las piernas… ¿Te operaron?
Sí, hace un año… Mira, asistenta social… 635… ¿Apuntas?
Sí, no hay problema, tengo una grabadora.
¿Y por qué no me lo dices antes?
¿Eres de Barcelona?
Nací en Málaga. Boquerón, con dos cojones [se golpea el pecho].
¿Con qué edad te fuiste a Barcelona?
A los tres meses, caballero. Mi madre se folló a mi padre… Perdona que te hable así. He estado por aquí dando una vuelta, me he buscado la vida, tenía una maleta, no sé dónde la tengo…
«He estado por aquí dando una vuelta, me he buscado la vida, tenía una maleta, no sé dónde la tengo…»
¿Has trabajado?
Cincuenta años, caballero.
Dile a ése que me deje una botella de agua, si us plau, que tengo la boca seca.
¿No tienes agua?
No.
Ahora si eso te traigo…
Que ya sé dónde las metéis, las metéis todas ahí en el primer contáiner.
Yo no… Pero puede que los lateros sí.
Quiero beber algo… [un conocido suyo pasa por ahí]. Hostia puta, me cago en tu puñetera madre [«Yo también en la tuya», responde éste]. Tengo la boca seca, que estaba hablando con este hombre… Encantado, guapísimo… Dame una o dos mandarinas.
Decías que eras mecánico…
Sí, en un taller. Yo era el brazo derecho del encargado, que era un hijo de la gran puta… Bueno, era un buen tío, eh, porque me dio 100 euros. Yo me lo he ganado… La espalda [se golpea el pecho]. Mira qué espalda tengo… Esto es de Schwarzenegger, ésa es mi espalda. Toca, toca.
¿Has viajado mucho?
Conozco Sitges y Mataró, Blanes y Galicia y Málaga… y su puñetera madre… Si he follado yo más que nadie, hijo mío.
«Conozco Sitges y Mataró, Blanes y Galicia y Málaga… y su puñetera madre… Si he follado yo más que nadie, hijo mío»
¿Estás viviendo en la calle?
Ahora en un albergue… El otro día en el Paral·lel cinco niñatos me querían atracar. Uno llevaba un cuchillo así… Robado de su casa. No te engaño, mira el corte que me hizo en el dedo… Me dijo: «¿Qué quieres, gilipollas? Guarro no sé qué…». Me encaré a él. Se piró. ¿No ves que llevo 50 años currándome Barcelona?
Madre mía, sí señor, qué chinita más rica [pasa otra china por la calle]. La ponía a cuatro patas… ¡Me estoy poniendo malo!
Es lo que tiene el verano…
El verano… Ya. Ya. Que sí, que no soy tonto. Tengo una sed…
Ahí hay una fuente.
Ya, pero yo soy alérgico al agua.
«Soy alérgico al agua»
¿Has tenido alguna adicción?
Borracho, alcohólico.
¿Y ahora cómo lo llevas?
El sábado me tomé una cerveza… Pero ahora mandarinas, agua… Pídele un cigarro a ése, anda.
Este mes voy a cobrar la paga…
¡No te la gastes de golpe!
Este fin de semana sí. Me quedaré sin un duro, pero bueno… En la vida todo tiene solución, ¿no? Bueno, ¿me pides un cigarrito por ahí o no?
¿Siempre has vivido así?
Cuando era más joven conocí a un chaval en un bar. Me dio su casa y un puesto de trabajo, ganando 1.500 euros al mes. Después nos fuimos a vender droga.
¿Qué vendíais?
Esto que no lo sepa nadie, que sino te busco y te corto el cuello… Enséñame la placa, anda.
¿Eh?
Que me enseñes la placa.