Una cadena de tribulaciones que parece no tener fin. Ésa es la vida que ha soportado Celestino: se crió durante la Guerra Civil, después perdió a su madre, a su padre y a su hermana; despuntó como futbolista pero nunca se materializó su paso a la Primera División; trabajó en un sindicato hasta que le cayeron encima dos fardos de algodón y estuvo en el dique seco; trabajó en un bar del Poble Sec de Barcelona hasta que se jubiló. Pero ni a los 80 años de edad puede gozar de cierta tranquilidad. Recientemente se ha caído por la escalera, tiene una hernia en estado crítico y con su exigua pensión alquila una habitación en un piso cuyo propietario está enfermo. «Me veo viviendo en la calle», dice.
Texto y fotografía: ALEC FORSSMANN
¿Dónde te has criado?
En Zaragoza. En 1943 murió mi madre de cáncer de estómago y dos años después murió mi padre por el tabaco. Me metieron en el Hogar Pignatelli, un hospicio. Mi hermano, que había estado en la Legión, me sacó de ahí. Mi hermanica murió muy joven, con 19 años.
¿A qué te dedicaste?
Mi padre tenía un campo y me llevaba ahí a aprender. Era agricultura de regadío. Después fui cerrajero y jugué al fútbol.
¿Al fútbol?
Empecé de juvenil en el Arenas de Zaragoza y a los 18 años pasé al equipo titular, que jugaba en Tercera División. En aquella época no existía la Segunda B. Después vine a Cataluña y jugué en el Lleida, el Terrassa y el Vilanova. No cobraba mucho pero podía seguir viviendo.
¿Eras bueno?
Jugaba de interior, tipo Ronaldo. Estuve a punto de jugar en Primera División. El Murcia me iba a probar y el Valencia tenía buenas referencias mías. Pero todo quedó en nada…
«Jugué de interior, tipo Ronaldo. Estuve a punto de jugar en Primera División, pero todo quedó en nada…»
¿Qué hiciste en Cataluña?
Cuando llegué aquí ya tenía treinta y tantos años. Trabajé en el Sindicato de Transportes y Comunicaciones. Estuve muchos años hasta que sufrí un accidente.
¿Qué pasó?
Se me cayeron encima dos balas de algodón mal estibadas que pesaban más de 200 kilos. Una me golpeó en la cabeza y la otra en las caderas; me rompió la pelvis. No podía seguir trabajando y me dieron una paga. Entonces comencé a trabajar en ese bar [señala el bar Santa Madrona]. Ahí estuve un montón de años: de cocinero, camarero…

"En la bolsa llevo una botella de sidra y algo de vino... Hoy es el cumpleaños de mi amigo", dice Celestino.
¿Cobras una pensión?
Cobro 600 euros y pago casi la mitad por una habitación. Vivo con un amigo que tiene 70 años, pero aquello no es un piso, es una pocilga… Está todo amontonado. Esta persona está enferma y el día que le pase algo…
¿Qué te puede pasar?
Ahora es cuando peor me encuentro… Me veo viviendo en la calle. El otro día me di un guarrazo, me caí por la escalera. También tengo una hernia.
«Ahora es cuando peor me encuentro… Me veo viviendo en la calle. El otro día me caí por la escalera. También tengo una hernia»
No te sientes muy optimista…
No, no lo veo claro… Siempre digo: bueno, mañana será otro día. Pero hay días en que ya ni salgo de casa. No me afeito ni nada, no tengo fuerzas para utilizar la cuchilla.
¿Cómo crees que has llegado a esta situación?
Ni yo mismo me lo explico.