Miguel Bravo, de 65 años, tiene la vida solucionada. Vive con su perrito en una casa. Por las mañanas coge el primer autobús que pasa y se planta en cualquier barrio de Barcelona. Se mueve solo, siempre lo ha hecho. Le gusta deambular por las calles y buscar entre los contenedores. A los diez años de edad se estableció con su familia en Barcelona, procedente de Linares (Jaén). Ha frecuentado el Barrio Chino durante muchos años y en una ocasión lo encerraron en la cárcel Modelo en virtud de la ley de vagos y maleantes. «Simplemente me ha gustado ser bohemio, pero eso al franquismo le molestaba», explica en esta entrevista que transcurre en la calle del Carme.
Texto y fotografía: ALEC FORSSMANN
¿Toda tu familia vive aquí?
Sí, claro, cada uno en su sitio. El único que está un poco mal soy yo por mi… cabeza. No es porque no haya tenido oportunidades, que las he tenido. He trabajado en la Seat, en Motor Ibérica y en muchos sitios, pero siempre me han gustado mucho la juerga y el vino y más cosas.
La buena vida, ¿no?
Ja ja, claro. Antes se cobraba por semanas. Pues cobraba y el lunes ya no tenía ni un duro. A veces faltaba al trabajo porque no vas a ir al trabajo sin un duro, no puedes.
¿Te gastabas todo el dinero?
Claro, yo nunca he tenido nada. Tenía una cartilla de ahorros con el dinero de la jubilación, pero hace diez años que me lo gasté. Si no fuera por la cartilla no sabría lo que es un banco.
¿Cómo te divertías?
Bueno, en esa época… iba al Barrio Chino. Ahora ya no se puede, parece que esté uno en el extranjero. Antes venías a echar un polvete porque para meterle mano a tu novia podías pasarte un año y estabas con un dolor de huevos…
«Antes ibas a al Barrio Chino a echar un polvete porque para meterle mano a tu novia podías pasarte un año»
Ahora hay muchas prostitutas nigerianas, ¿no?
Son unas mangantes, ven a un borracho y van a robarle. Antes, las españolas recriminaban a la que robaba. Ahora hay mucha mafia. A partir de las once de la noche ya no me atrevo a pasar por aquí.
Barcelona ha cambiado mucho.
Mucho. Sólo por no justificar tu puesto de trabajo antes te metían en la cárcel por la ley de vagos y maleantes. De seis meses a seis años, tela marinera. Y si eras maricón ya ni te cuento.
¿A ti te cazaron?
Sí, sí, claro. El primer día te llevaban a comisaría y te ponían un multa de 500 pesetas. Si al cabo de dos o tres años te pillaban otra vez en la calle entonces eras reincidente y te ibas a la Modelo directamente.
¿Te encerraron en la Modelo?
Sí, con 22 años, pero no había hecho nada. No pasabas por un juzgado y tenías que estar esperando a que un abogado de oficio te mirara los papeles y confirmara que no habías cometido ningún delito, pero a lo mejor ya habían pasado varios meses.
¿No habías hecho nada?
Nunca he robado ni nada, simplemente me ha gustado ser bohemio, pero eso al franquismo le molestaba. Antes de pedirte el carné de identidad te miraban las manos y si no tenías callos eras un golfo.
«Nunca he robado ni nada, simplemente me ha gustado ser bohemio, pero eso al franquismo le molestaba»
Te movías a tu aire…
Sí, sí, era joven y me gustaba el ambiente. Normalmente no tenía dinero, pero quería vivir una vida superior, mi inteligencia quería más.
¿Qué quieres decir con eso?
Quería más, me veía yo muy guapo, muy… Quería vivir del cuento. Entonces me di cuenta que no, que no llegaba.
¿Y qué hacías para sacarte más pelas?
Que he estado con hombres también. Macho, he hecho de chapero.
¿Te prostituías?
Sí, claro, me veían joven… Yo nunca he tocado a nadie, me tocaban a mí. Me hacían una mamada en un portal y me daban 20 ó 40 duros y a tomar por culo… Y entonces me lo gastaba en putas. ¿Qué te parece? [ríe]. No tenía yo para esto y… Hay que ver que contraste, ¿eh? [ríe].
«He hecho de chapero. Me hacían una mamada en un portal y luego me gastaba ese dinero en putas. ¿Qué te parece?»
Eso era puro vicio…
Veía a una mujer guapa y me gustaba, pero no tenía dinero. Entonces veía a un maricón por ahí, me iba un rato con él y con el dinero que sacaba después me iba con ella.
¿Te movías solo?
Sí, y los grises me daban pánico. Te quitaban el carné y se lo guardaban en el bolsillo para que no huyeras. Muy malo, muy malo, muy malo… La policía ahora es un chollo.
¿Y nunca te han jugado una mala pasada?
La mayoría de cosas me las he buscado yo. Antes todo estaba muy reprimido y a mí me gustaba la rebeldía de la época. Te echabas una novia y no podías tocarle ni las tetas. La besabas al cabo de seis meses.
«La mayoría de las cosas me las he buscado yo. Antes todo estaba muy reprimido y a mí me gustaba la rebeldía de la época»
¿Y ahora vives en la calle?
No, no. Tenía una casa, el Ayuntamiento la tiró y me dio otra.
¿Y por qué estás buscando entre la basura?
Encuentro de todo. Esta zanahoria la he cogido porque tengo un conejo en casa… Un conejo de verdad. Mira estos tebeos antiguos que me encontré el otro día, son del Patufet, de 1922.
¿Qué más te has encontrado?
Me gusta abrir los cajones de los muebles que tiran a la basura. Un día me encontré en un cajón medio kilo de oro. Pero ya me he quedado sin el oro y sin nada, me duró siete u ocho meses…
«Me gusta abrir los cajones de los muebles que tiran a la basura. Un día me encontré medio kilo de oro, pero ya me he quedado sin el oro»
¿Tienes la vida solucionada?
Sí, siempre tengo dinero. Te voy a enseñar mi cartera [hay varios billetes dentro]. Tengo mi casa, mi perrito y mis cosas y espero estar diez o quince años tranquilo. Ya le gusto menos a la gente, no le gusto a casi nadie. Ahora mismo a una persona mayor le da un desmayo y pasan de él, y si un joven guaperas se tira al suelo se matan por levantarlo.
¿Y qué haces durante el día?
Me levanto, me ducho y salgo a dar un paseo. El primer autobús que coja ya me va bien.