Mit es un vagabundo convencido. Ha sido pintor de brocha gorda, pero evita las paredes y los techos. Prefiere vivir sujeto al rigor del día y de la noche. También se define a sí mismo como «un músico contra el régimen marroquí». En la Plaza Real de Barcelona encuentra su espacio vital. «¡Ven, sígueme, te voy a presentar a alguien!», exclama. Acurrucada bajo los pórticos de la plaza hay una mujer de ojos verdes y vivaces. «Hace 25 años que nos conocemos. Era guapísima… Mira la puta calle cómo la ha dejado… Cobra dos pagas, de puta madre, pero a ella le gusta vivir así: vieja, loca, borracha», dice Mit. Ambos frecuentan la fundación Arrels. «Ahí comemos, nos duchamos, nos cambiamos de ropa, hay fiestas y yo hago de músico», sentencia.
Texto y fotografía: ALEC FORSSMANN
¿De dónde vienes?
Nací en Alhucemas, en el norte de Marruecos, pero soy bereber.
¿Los bereberes no os sentís marroquís?
Nos pasa como a los catalanes con los españoles, nos sentimos obligados. Tenemos que creer en el islam y debemos llevar nuestra documentación marroquí.
¿No creéis en el islam?
Ni en el islam ni en nadie, creemos en nosotros mismos.
¿Por qué viniste a Barcelona?
Me encanta la libertad. Siempre he viajado mucho: Holanda, Francia, Sudamérica y muchos países.
Un espíritu libre…
Yo soy músico, amigo. Toco la guitarra y el teclado. La guitarra española y la marroquí, que tiene cuerdas dobles. Soy como Víctor Jara, soy un músico contra el régimen marroquí.
«Soy un músico contra el régimen marroquí»
¿Canciones de protesta?
He grabado canciones en marroquí y en bereber contra el régimen de Hasán II… ¡Peligro! Quieren juzgarme y encerrarme durante 20 ó 30 años.
¿Tu pueblo se siente invadido?
Me crié durante la dominación española en la casa de un general español. Españoles y franceses llegaron a un acuerdo para repartirse el norte de África. Ceuta y Melilla, por ejemplo, forman parte del Gobierno español, pero el territorio es marroquí.
Se repartieron el pastel…
Marruecos es un país riquísimo: hay fosfatos, petróleo, oro, plata… El desierto del Sáhara es rico en recursos naturales.
Son pocos los que sacan provecho.
Se han aprovechado de nosotros. Intentamos defender nuestro territorio pero no podemos. Nos hemos rendido y hemos tenido que emigrar.
¿Tu familia emigró?
Mi familia es rica porque mis abuelos fueron criados de un general español. En 1965, cuando se fueron los españoles, nos dejaron terrenos y casas.
¿Y no piensas volver?
Me fui hace 32 años… Mi padre y mi hermano pequeño murieron hace un mes y no pude ir porque estaba ingresado.
¿Qué te pasó?
Ahí lo tienes, míralo [muestra uno de sus zapatos y aprieta la punta con los dedos para demostrar que no hay nada en su interior]. Me cortaron los cinco dedos del pie porque estaban infectados.
«Me cortaron los cinco dedos del pie porque estaban infectados»
¿Infectados?
Los domingos montan un mercado en la Plaza Real. La gente vende cosas que encuentra en la puta calle. Me compré unas botas americanas por cinco euros. Tres días después me picaba el dedo gordo… Tenían hongos. El dedo gordo se quedó negro, muerto.
Qué desagradable…
Me fui al Hospital del Mar y me examinaron ocho médicos. Unos decían que era gangrena; otros que era una úlcera. Les dije: chicos no he venido aquí para hacer una película, me lo quitáis y punto. Me cortaron los cinco dedos…
¿Ahora dónde duermes?
Recibo una pensión por invalidez.
¿Qué opinas sobre Barcelona?
Tiene una cultura maravillosa y está bien organizada. Es un pueblo turístico, aquí ves más extranjeros que catalanes.
«Barcelona tiene una cultura maravillosa y está bien organizada»
¿Y cómo es su gente?
Los catalanes me han acogido. Tengo comida, un sitio donde dormir y me están arreglando los papeles y una paga… Gracias a ellos estoy vivo.
De aquí no te mueves…
Voy a morirme aquí. Soy un vagabundo bereber catalán.