Son las seis de la tarde de un martes otoñal y Mircea está completamente borracho: no consigue caminar en línea recta, le pesa la cabeza y su discurso resulta ininteligible. Esta entrevista transcurre en los escalones exteriores de la iglesia de Sant Agustí, protegidos con elementos metálicos puntiagudos para disuadir a los vagabundos. Mircea utiliza un tono apagado para contestar a las preguntas más banales, pero se altera al tratar los temas más íntimos o trascendentales. Y por precaución no conviene despertar al lobo que lleva dentro. Natural de Bucarest, llegó solo a Barcelona y ha sobrevivido por medio del hurto. Así ha conocido las cárceles de Rumanía y de España. Mircea parece un tipo incorregible, condenado a llevar una mala vida. A ratos, entre la embriaguez y la irritación, se asoma un ser humano. Al que nadie enseñó a crecer.
Texto y fotografía: ALEC FORSSMANN
¿Cuándo llegaste a Barcelona?
Hace mucho tiempo. En 2002 ó 2003 me expulsaron, en 2008 estuve en la prisión, me dieron la libertad y vine aquí otra vez.
¿Por qué te encerraron?
Por robar.
¿Qué robabas?
Robos tranquilos, sin violencia. Y ahora también.
¿Sigues robando?
Por ejemplo, te he visto con el teléfono…
Es una grabadora.
Vale, vale, vale…
¿Has tenido un trabajo?
Ninguna vez.
¿Por qué?
Porque no quiero. No sé, no quiero.
«No quiero trabajar»
Entiendo.
Cuando era niño trabajé en la construcción, pero no ganaba el dinero necesario. En España se gana dinero bueno en la construcción… pero ahora nadie me va a dar trabajo. No tengo DNI, no tengo nada.
«No tengo DNI, no tengo nada»
¿El dinero te dura poco?
Claro. Cuando tengo un poco de dinero lo gasto en comida, bebida y ya está.
¿Qué bebes?
Bebo vino barato de cartón. No bebo whisky ni otras cosas.
«Bebo vino barato de cartón»
¿Cuánto cuesta un cartón de vino?
Un euro máximo.
¿Dónde duermes?
¿No me has visto aquí? [junto a la iglesia de Sant Agustí].
¿La Iglesia te ayuda?
[Hace un gesto obsceno].
¿Crees en Dios?
Más o menos… Dios es para él, todo es para él, todo. Dios es una criatura del hombre para mentir. ¿Tú le has visto?
No.
Yo tampoco. ¿Y quién lo ha visto? ¿Dónde está Dios? Dios es una criatura del hombre mentiroso, de la Iglesia. ¿Dios me ayuda? No, me ayudo yo con mis propias manos.
«¿Dios me ayuda? No, me ayudo yo con mis propias manos»
¿Nadie te ha ayudado?
Dios no me ha dicho «vete a la derecha» o «vete a la izquierda». Voy donde yo creo. Y cuando gano dinero… ¿ha sido Dios quien me ha ayudado? No, lo he conseguido yo.
¿Cómo fue tu experiencia en la prisión?
Buuu… La cárcel es mejor en España: se come de puta madre [ríe] y se duerme de puta madre. En Rumanía te ponían grilletes en los pies. Mira, tengo heridas en las piernas.
«En las cárceles de Rumanía te ponían grilletes en los pies»
Ahí son mucho más duros.
Ahora no, ahora Rumanía está bien, más tranquilo.
¿Cómo fue durante el comunismo?
Fuá… Te daban una casa gratis, pero si no trabajabas te metían seis meses en la prisión. Luego libertad y si no trabajabas otra vez a la prisión.
¿Y por eso te encerraron?
Por otras cosas, por muchas cosas. La primera vez, siendo menor de edad, por tentativa de muerte. Después robo, robo, robo, robo con violencia.
«La primera vez me encerraron por tentativa de muerte. Después robo, robo, robo, robo con violencia»
¿Con armas de fuego?
No, no, no, con cuchillo.
¿Y la tentativa por qué fue?
Por golpearle a un tío en la cabeza. Me dieron cuatro años de cárcel.
¿Lo querías matar?
No, yo no quería matar, quería pelear.
¿Qué ocurrió?
Era un tipo de 24 ó 28 años muy chulo. Él quería pelear, me quería robar mi vino, tenía diez litros de vino y tres de espumoso. Le dije que le daba un poco y él me dijo que no, que lo quería todo. Yo le golpeé; normal.
«El tipo quería pelear, me quería robar mi vino y yo le golpée; normal»
¿Qué opinas sobre Barcelona? ¿Te gusta esta ciudad?
Sí, normal.
¿No echas de menos Rumanía?
No.
[Se acerca un tipo extraño, agresivo, de aspecto marroquí y acento italiano].
¿Eso qué es?
Le estoy sacando una foto.
¿Por qué?
Entrevisto a gente que vive en la calle.
¡Ayudar, hay que ayudar! ¡Duerme en la calle! ¡Bebe en la calle!
[El tipo escupe a Mircea y se larga. La entrevista se acaba].